Como ando con ganas de nivelar en las Pircas un espacio en el interior de una quebrada donde los caballos puedan tener un terreno horizontal para descansar, tarea más propia de un cíclope que de un humano, debo hacer rellenar una hondonada por donde corría un viejo arrollo de montaña, desmoronando para ello de a poco la ladera de un cerro tan duro que el pico rebota cada vez que uno la golpea.
Escribe Guillermo Zuviría - Salta
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