Amigos:
Cuando Miguel de Cervantes, estaba en al borde de la eternidad, luego de verse forzado a redactar el Segundo Quijote, por las mofas y putadas de Avellaneda, escribió sus memorias.
Jean Babilón, según mi modesta opinión, el biógrafo Cervantino, más agudo y mordaz de todos ellos, nos exhibe algunas pinceladas de este curioso hombre, soldado de fortuna, piadoso Cristiano y autodidacta.
En una carta dirigida al Obispo de Valladolid, el bueno de Don Miguel, con esa insustituible muestra de desdicha y genialidad, le refiere que: El fruto de mi ingenio, fue producto de un lugar en el que cada incomodidad tenía su asiento.
la visión que de sí mismo, tenía un hombre que con humoradas e ironías unificó la lengua castellana.
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¿Cuál es la utilidad de las cacerolas ó enseres similares, si no estamos dispuestos a blandirlos donde esta gentuza vive plácidamente mientras dispendian el dinero de Todos Nosotros?.
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No aparentan ser unos muertos de hambre, como el resto de esa dirigencia del peronismo, más semejante a las caras que podemos ver en un álbum de la División Robos y Hurtos de cualquier estación de Policía.
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Nada promisorio se puede aguardar de gente que abrevó y se graduó en el aula del ideólogo de todas estas inmundicias.
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No, de ninguna manera, mientras los privilegios en forma de dádivas, los sigan recibiendo en la trastienda.
El comportamiento humano en estos casos es muy predecible.
Hasta que no exista un linchamiento, seguiremos recibiendo abundantes ingestas de
Los Placebos.
Cordialmente Lucio Catano (h).-
UN ENVÍO DE LUCIO CATANO (H)
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