Escribe Arturo Pérez-Reverte
Lo bonito del putiferio en el que, poco a poco, nos instalamos con toda naturalidad, es que las películas de Berlanga empiezan a ser, comparadas con el paisaje actual, versiones sosas de lo nuestro. Eso está bien, pues con algo hay que disfrutar antes de palmarla. Y los periódicos, y los telediarios, y tender la oreja al runrún de cada día, deparan momentos sublimes de juerga moruna.
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Lo bonito del putiferio en el que, poco a poco, nos instalamos con toda naturalidad, es que las películas de Berlanga empiezan a ser, comparadas con el paisaje actual, versiones sosas de lo nuestro. Eso está bien, pues con algo hay que disfrutar antes de palmarla. Y los periódicos, y los telediarios, y tender la oreja al runrún de cada día, deparan momentos sublimes de juerga moruna.
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