De verdad les digo siento vergüenza de mis compatriotas, de quienes comandan las fuerzas armadas, de su comandante en jefe y de todos los argentinos en general.
De su falta de ética, su falta de moral cristiana y de sus deseos de venganza.
Cuando me avisaron que mi marido murió a manos de la subversión solo pensé emulando a Jesús: 'Señor, perdónalos, no saben lo que hacen'.
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