viernes, 15 de mayo de 2009

TIRANÍA DENAGÓGICA

LA TIRANIA DEMAGOGICA Y EL CUERPO SOCIAL

El cuerpo social, entendido éste como la estructura liminar de una sociedad determinada, integrada por todas aquéllas instituciones fundamentales para su saludable funcionamiento, y que, consecuentemente permitirán a sus integrantes realizarse individual y comunitariamente. Nada mas contrario al cuerpo social que la masa, ya que ésta reacciona por instinto, es irreflexiva y amorfa, y fácil de manipulear por cualquier pícaro populista o incendiario oportunista. En cuanto a su entereza, no escapa a las reglas básicas de todo cuerpo, de todo organismo; lo que implica que es susceptible de sufrir agresiones y laceraciones, ya sea por la acción de un agente externo que actúa en su seno (ejemplo de ello sería un virus) o el acometimiento de una fuerza extraña. Justamente cuando un cuerpo es atacado, demuestra su grado de cohesión entre los elementos que lo componen, si es sólida resistirá e incluso se hallará presto para responder la agresión; si por el contrario, endeble, sufrirá dicha embestida en toda su magnitud, su enemigo podrá apreciar el punto exacto de su debilidad y, es mas, inaugurar su decadencia (provocada entonces por una combinación de vicios de orden endógeno y hostilidades externas) y vaticinar su extinción.

El cuerpo social, tiene como toda entidad, funciones u órganos, así, tendremos un órgano pensante (Valor: Conocimiento); Obrante (Valor: Técnica); Volitivo (Valor: Acción), o sea, SABER, PODER Y HACER, funciones que desempeñará cada Institución del cuerpo social según su participación jerárquica en la cosa común. Todos ellos íntimamente vinculados entre sí, al punto, que aislados, son insuficientes, y su ausencia provocará parálisis social (PANICO MUDO). Teniendo importancia todos ellos, hay, sin embargo, uno que se distingue, que es el Volitivo. El correcto funcionamiento del órgano volitivo se manifiesta en el ejercicio pleno y consciente de la LIBERTAD, cuando ella no existe o se manifiesta coaccionada, la voluntad social flaquea.

La sociedad actual, materialista y totalitaria, es el modelo que previeron las grandes revoluciones, que, habiéndose montado sobre los pobres, trabajadores, excluidos, en fin, todo sector de la sociedad que no había encontrado su lugar o no había podido realizarse, utilizaron consignas atractivas, alegando una profunda vocación de justicia (que nunca sintieron), para entronizarse en el poder y activar la maquinaria estatal y burocrática para servir solamente sus fines inconfesables. Capitalismo, marxismo, liberalismo, progresismo, etc, sólo buscan esclavizar y sojuzgar pueblos y naciones, mediatizar gobiernos, demoler los Estados Nacionales, enseñoreando la usura. Todo ello comienza con lo básico de una sociedad, el fundamento mismo del orden social: el Hombre y su Familia, que es donde aquél se desarrolla y genera la mas importante y trascendente capacidad del ser humano: la de amar. Cuando el hombre es incapaz de amar, no puede comprometerse ni profesar lealtad a nada ni a nadie, con los previsibles resultados que ello implica: sobrarán los traidores, los ladrones y los homicidas “laborando” como eficaces piezas del engranaje de un sistema perverso. La destrucción de la familia, su banalización y trastocamiento, junto con la insectificación del individuo, inflingen un golpe durísimo a la salud del cuerpo social. Con la base en descomposición difícilmente pueda una sociedad (o un Estado) avanzar saludablemente hacia un buen porvenir. Instituciones que otrora contenían, guiaban y sostenían al cuerpo social (Iglesia, Estado, Ejército, Escuela, Universidad, Gremio) se ven agredidas y saboteado su funcionamiento de una manera furiosa como inexplicable. Los personeros de la Tiranía infiltrarán todas las instituciones principales del cuerpo social, promoviendo luchas internas, desmembraciones y desprestigio causado por su propia torpeza o inmoralidad, acelerando la decadencia social e incitando al desorden.

La Tiranía Demagógica, entendida como régimen, aunque cuente con cierto halo de “legalidad” y aunque se alternen sus protagonistas (ya que no es en si misma una forma de gobierno, sino que es una forma de ejercicio del poder, despótica en sus medios y anárquica en sus fines), está interesada en la agonía del cuerpo social, pues justamente, es por estar integrada por mendaces, necios y brutos, es que necesita demoler prolijamente, con astucia e inquina, todos los reparos, o mejor, dicho, anticuerpos que podrían ofrecerle resistencia y por saber ellos mejor que nadie, que sólo pueden medrar, con oportunismo y cinismo en una masa amorfa de degenerados. Sólo así, es posible su encumbramiento, su asalto al poder. De esa manera se ingresa en un nefasto círculo vicioso en el que el mal ejemplo de los gobernantes dado por su mala conducta pública y privada, y su notoria ineptitud, es lamentablemente emulada por sus gobernados. Por ello, es por definición, enemiga del Pueblo como sujeto histórico, con lo que socava los cimientos mismos de la Nación.

Aristóteles, en “La Política”, describe con exactitud los medios que utiliza la Tiranía para conservar el poder: “Reprimir toda superioridad que en torno suyo se levante; deshacerse de los hombres de corazón.....ahogar la instrucción y todo lo que pueda aumentar la cultura (ejemplo de ello son las agresiones a la Universidad Nacional de La Rioja); es decir, impedir todo lo que hace que se tenga valor y confianza en sí mismo....hacer lo posible para que los súbditos permanezcan sin conocerse los unos a los otros, porque las relaciones entre los individuos dan lugar a que nazca entre ellos una mutua confianza”. El gran filósofo griego clasifica a la Tiranía según sus fines: “primero, el abatimiento moral de los súbditos, porque las almas envilecidas no piensan nunca en conspirar; segundo, la desconfianza de unos ciudadanos respecto de otros, porque no se puede derrocar la Tiranía mientras los ciudadanos no estén bastante unidos para poder concertarse; y así es que el Tirano persigue a los hombres de bien como enemigos directos de su poder, no sólo porque éstos rechazan todo despotismo como degradante, sino porque tienen fe en sí mismos y obtienen la confianza de los demás, y además son incapaces de hacer traición ni a sí mismos ni a nadie; por último, el tercer fin que se propone la Tiranía es la extenuación y el empobrecimiento de los súbditos”. Todas estas conductas sabemos muy bien, los argentinos y los riojanos, que se realizan en forma descarada y hasta violenta.

El mayor crimen de la Tiranía Demagógica es arrebatarle la Libertad al hombre, condicionándolo en su acción, en su voluntad, en su conciencia, arraigando en su fuero íntimo, la mas escandalosa esclavitud y la mas bochornosa de las servidumbres.

Nada ni nadie puede quitar al hombre, creado a imagen y semejanza de Dios (y no de un mono), su preciosa Libertad, caro Don del Supremo Hacedor (no la “inventó” la Revolución Francesa) , que se manifiesta en el libre albedrío; si ni siquiera Dios coacciona al hombre ¿por qué entonces lo hace la Tiranía Demagógica? Es pues la Libertad, ese libre albedrío, la mejor arma para combatir a la Tiranía, ya que la Libertad bien entendida, es el sacrificio voluntario por un fin superior, es la valentía y el arrojo, el ímpetu y el coraje, que es lo que hace de un hombre un SANTO o un HEROE.

http://asisluis.blogspot.com/
Fuente: EL LUCERO
Pensamiento Nacional

Un envío de : Luis Francisco Asís Damasco

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